El romero

romero

Las flores y las plantas nos ayudan en momentos de nuestra vida más de lo que pensamos, ya que cuando estamos nerviosos y nos duele el estómago nos tomamos una infusión de flores, si nos cortamos nos podemos curar con la savia del aloe vera y si queremos hidratar nuestra piel o hacernos una mascarilla en el pelo recurriremos a productos de cosmética y belleza que seguramente estarán compuestos en su totalidad o en gran parte por flores y elementos de la naturaleza.

El romero es sin duda uno de los arbustos a los que más jugo le sacamos, ya que además de ser un excelente compañero en la cocina, ayuda a que nuestros balcones estén más bonitos y desprendan buen olor y permite que elaboremos infusiones que nos tranquilizan y serenan por un tiempo.

Ahora bien, igual que existen leyendas sobre otras flores y plantas, el romero también tiene su historia: según cuenta la leyenda tiene este nombre porque la virgen María perdió un manto de color azul que fue a parar encima de un arbusto feo y sin apenas vida. Una vez el manto se quedó sobre el arbusto éste empezó a tener flores de color azul y fue bautizado con el nombre con el que lo conocemos ahora. Sea cierta o no la historia tiene originalidad y sobre todo un toque entrañable.

El arbusto es también símbolo de suerte, ya los antiguos estudiantes griegos lo utilizaban para crear coronas que les ayudaban a retener los estudios que habían hecho y así poder aprobar sus exámenes con buena nota.

Sea cierta o no la leyenda de que el romero trae buena suerte, esta idea sigue vigente en nuestra sociedad actual y seguro que todos nosotros hemos visto alguna vez a un grupo de gitanas que a las puertas de una iglesia famosa o un lugar turístico intentan vendernos una ramita de romero para tener suerte. Eso sí, hay que ir con cuidado, porque aunque no se puede generalizar muchas veces el truco del romero se utiliza para robar a los turistas despistados.

Y es que las plantas, los arbustos y las flores han evolucionado con nosotros a lo largo de los años. Lo que está claro es que no podemos darles la espalda nunca, ya que vivir junto a ellas es mucho más fácil, bonito, sabroso y, sobre todo, tiene mejor olor.

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