Si nos gusta pasar nuestro tiempo libre cuidando las flores y plantas de nuestra casa pero ya tenemos demasiadas en nuestro pequeño balcón o ni siquiera tenemos un espacio exterior donde ponerlas podemos seguir con nuestra pasión gracias a las flores y plantas de interior.
Y es que tener un poto, un ficus o un cactus en nuestro salón puede aportarnos compañía, limpieza del aire y sobretodo color (ya que al menos estas tres especies no suelen tener olor).
Una de las flores que podemos tener en el interior de nuestra casa y que animarán la decoración de ésta gracias a sus vivos colores es la llamada Cineraria.
Se trata de una flor que aunque podemos tener en el exterior (si lo hacemos ésta debe estar siempre a la sombra y evitando las temperaturas altas) lo más aconsejable es tenerla dentro de casa (cuidado con ponerla junto a estufas o lugares donde haga mucho calor ya que esto puede acabar matándola).
Y es que las cinerarias son flores que aman el frío (suelen florecer en invierno) aunque también es cierto que no les gusta soportar temperaturas más bajas de los 12º aproximadamente (con las heladas o temperaturas extremas pueden llegar a morir).
Sus pétalos son muy similares a los de la margarita pero en vez de ser blancos o amarillos son de colores chillones como por ejemplo azul o morado (de esta forma tendremos una planta con colores vivos que destaque entre nuestra decoración y mobiliario).
Su cuidado es muy básico ya que solamente tenemos que ponerla en un lugar donde no le de el sol directo y regarla cada vez que veamos que su tierra se va a secar (aunque es una flor a la que le encanta el agua hay que tener cuidado con regalarla en exceso o pudriremos las raíces y por tanto la flor morirá). Respecto al abono es un tanto más exigente que algunas otras flores ya que si es posible es recomendable que se lo cambiemos cada cuatro o cinco semanas (quizás esta es la parte que más tarea nos puede dar en su cuidado).
Igual que pasa con la mayoría de las flores y plantas las cinerarias odian que las cambien de sitio (suelen ser muy sensible y llegar a morir si las ponemos en un lugar distinto al que están acostumbradas) y son bastante susceptibles al ataque de bichitos indeseados como es el pulgón o la mosca blanca.
