¿Sabías que las flores hablan? ¿Y que además lo hacen por ti? Te mostramos claves para entender cómo comunicarte a través de ellas, además del significado de sus colores.
El estudio de la psicóloga Eva Heller (‘Psicología del color: Cómo actúan los colores sobre los sentimientos y la razón’), basado entre otras cosas en una encuesta realizada a 2.000 personas, es clave para entender cómo podemos comunicarnos a través de las flores. Demuestra que los colores y los sentimientos no se combinan de manera accidental, que sus asociaciones no son cuestión de gusto, sino experiencias universales profundamente enraizadas desde la infancia en nuestro lenguaje y nuestro pensamiento. Aquí tenéis algunos ejemplos de su estudio, que os pueden ayudar a la hora de elegir vuestras flores de San Valentín:
Las rosas amarillas -las mismas rosas amarillas que daban nombre a uno de los cuentos más famosos de la literatura del siglo XX de Raymond Carver– envían un mensaje de amor, sí, pero menos intenso que el de las rosas rojas: menos que una pasión arrebatadora de culebrón y más que un “me gusta” de Facebook (a no ser que estés en Alemania, donde un ramo de rosas amarillas significa infidelidad, celos…). También son las más apropiadas para ser regaladas a un amigo o a una persona a la que admiremos especialmente o a quien queramos agradecer cualquier cosa: desde un actor que nos encantado en escena a un conocido que nos ha conseguido una entrevista de trabajo, un profesor de nuestro hijo al que queremos agasajar o un profesional de la salud que nos resuelto una dolencia.
¿Suspiras de amor por alguien, de esos amores no correspondidos que te hacen sentir agujas de hielo en el corazón? Regálale un ramo de claveles rojos y hazle saber cómo te sientes. Si, en cambio, ese amor es una realidad, dile que le quieres con un ramo de crisantemos; y si el amor es tan fuerte que nada podrá romperlo -que es como debe ser el amor, ¿qué te has creído?-, la elección está también clara: un ramo de camelias, que le dirá a esa otra persona que la amarás siempre...
Pero, por desgracia, no siempre queremos transmitir buenos sentimientos, a veces lo que necesitamos es advertir, avisar, socorrer. Un ramo de rododendros le dirá a su destinatario que está en peligro, y una ortiga -o un ramo de ellas-, le dirá que es cruel. Y esperamos que no te regalen uno de crisantemos azules, porque eso quiere decir, ay, que el amor se acabó, ojalá que de tanto usarlo…
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