Oporto toma el lugar que se merece
Oporto es cada vez más visitada, admirada y reconocida por los turistas amantes de las ciudades europeas. Durante muchos años ha vivido a la sombra de Lisboa, pero esta segunda ciudad de Portugal empieza a ser valorada como merece. Se ubica al norte del país, en la ribera este del río Duero desembocando en el Atlántico. Oporto es una ciudad muy antigua. Por ello ofrece un patrimonio histórico digno de admirar. De hecho el casco viejo es Patrimonio de la Humanidad, con lugares como el Palacio de la Bolsa, el Palacio Episcopal, la Catedral o el Ayuntamiento. Pero lo cierto es que sorprende su mirada al futuro y de ello dan buena cuenta la cantidad de edificios y centros culturales que se han levantado en los últimos años. Su aeropuerto, por ejemplo, ha sido recientemente ampliado; y se han creado decenas de museos temáticos que conectan a ciudadanos y visitantes con áreas como la industria, la naturaleza, la moneda, la numismática, el arte sacro, la prensa, las artes gráficas y, como no, el vino de Oporto.
La ciudad da nombre a un vino autóctono y peculiar
El vino de Oporto, llamado sencillamente Oporto, se elabora mayoritariamente en Vilanova de Gaia, una localidad muy cercano a la ciudad. Allá se concentran casi todas las bodegas, que pueden visitarse y que ofrecen también una cata de tan deliciosa bebida. La principal diferencia de este vino con el resto de vinos es que se interrumpe su proceso de fermentación con un aguardiente especial. De esa forma se mantiene el característico sabor dulce de la uva. Y curiosamente la idea de añadir este elemento surgió del interés de los ingleses por el Oporto: querían llevárselo en barco hasta tierras anglosajonas y al ver que el producto no soportaba el viaje, empezaron a fortalecerlo con el ya mencionado aguardiente. Desde hace décadas el Oporto es un vino conocido mundialmente y muy consumido en los postres o a media tarde. Es perfecto para coronar una celebración en pareja, con amigos o con la familia, adornada por unas maravillosas flores frescas (rosas, orquídeas, lirios...).
Una peculiaridad de la ciudad de Oporto es su gran cantidad de puentes: el Ponte das Barcas fue el primero construido sobre el río Duero; el Ponte de Pênsil se construyó para unir la ciudad con Gaia; el de Maria Pía es el primer puente ferroviario que une las dos costas del río. ¡Y hay muchos más!